jueves, 16 de abril de 2015

INDECENCIA E INDECENTES

Viñeta de El Roto de 15/04/2015

Principios, valores, ideas, convicciones... Esas cosas que diferencian a unos seres humanos de otros, ¡y cómo los diferencian! A diario vemos y leemos en los medios de comunicación las medidas que toman los bancos centrales, los ministerios de economía y hacienda, las entidades financieras. Observamos y escuchamos atónitos a los economistas repetir las mismas sandeces desde hace cincuenta años, sin ruborizarse ni mostrar el más mínimo gesto de arrepentimiento. Seguimos con las mismas tontadas que ya dijo Milton Friedman, y, que con tanto ahínco se han ido aplicando desde la etapa de Reagan y Thatcher, permitiendo que las grandes corporaciones dominen el pensamiento social y político en detrimento de los avances sociales, reduciendo al individuo a una especie de depredador descerebrado sin humanidad ni ética; preocupado tan solo por obtener el último modelo de teléfono móvil o aparato tecnológico que lo mantenga conectado con otros congéneres a lo largo y ancho del mundo -bien es cierto que algunas cosas se consiguen con estos avances informáticos-, pero no dejan de ser un modo de alimentar las cuentas corrientes de Appel o Microsoft, y sobre todo de sus consejeros delegados y grandes ejecutivos. La codicia y avaricia que alimenta la verborrea de los grandes líderes se basan precisamente en la carencia de valores, ideas, principios y convicciones de los que hablaba Marx, Groucho Marx. La absoluta falta de decencia que sale por la boca de estos individuos -todos ellos reos de la Justicia en un mundo decente-, y que con tanta desvergüenza son aplaudidos y jaleados por sus acólitos y admiradores, convierte y transforma, día a día, la tierra, en un lugar menos habitable. La escoria controla el mundo desde hermosos coches de lujo y yates de setenta metros de eslora. Se nos cae la baba al ver un billete de 500€ o cuando nos adelanta un Ferrari en la autopista, y nos invade una rabia mediática cuando vemos un desahucio por la televisión. Algunos esperan que un dios misterioso e imposible les salve, incluso cometen terribles crímenes en su nombre. Dioses hay muchos, pero ninguno tan real y atroz como el dios mediático de la mentira falaz y la hipocresía. El mundo se ha dividido en dos categorías de personas: las que venden algo (unas pocas) y las que lo compran (la mayoría). ¿Es ésto lo que queremos como especie?



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