martes, 30 de junio de 2015

MINORÍAS CORRUPTAS Y DÉSPOTAS



Cuando se dejan crecer las obviedades las injusticias aumentan. Lo obvio es creer que existen derechos que protegen a personas como Warren Buffet, o Amancio Ortega; Bill Gates o Carlos Slim. Otra obviedad bastante aceptada es pensar que ganar unas elecciones (con mayoría absoluta), concede carta blanca para legislar lo que se quiera, tenga o no que ver con los intereses del pueblo. Hay un algo abyecto en el comportamiento de los consejos de administración de bancos y multinacionales; una amoralidad que impregna los consejos de ministros de gobiernos conservadores o socialdemócratas; una estulticia que nos acaba llevando al despeñadero de la pobreza y la desigualdad con medidas legales y palabras que retuercen la realidad codiciosa y avarienta de quienes las utilizan, instigando al miedo y a la paralización de la voluntad. Lo cierto es que el 90% de los inversores en bolsa nunca llegan a saber porque suben o bajan sus acciones. Ése mismo porcentaje ignora que los ejecutivos de las grandes empresas que les suministran y cobran los recibos del gas, la luz, o el importe de sus hipotecas..., se embolsan millones de euros en sueldos y planes de pensiones a costa, precisamente, del dinero que ingresan de todos los consumidores. En la práctica, todas esas grandes empresas son propiedad de unos pocos accionistas, pero en realidad, los verdaderos propietarios son los que pagan facturas abultadas y llenas de mentiras mes tras mes.
Recordar que, unos cuantos miles de personas, o cientos de miles (en un mundo poblado por 7.000 millones de personas), controlan el presente y futuro de la humanidad no está de más. Conviene que reflexionemos sobre el particular, y sobre los millones de alienados que aplauden sus políticas por pura y simple ignorancia imbuida de la misma codicia. La redistribución de la riqueza no es una utopía, es una necesidad urgente y perentoria.

2 comentarios:

  1. Me gustaría apostillar que servicios como la Sanidad y la Educación no son gratis. Los políticos que hablan de su gratuidad mienten y tergiversan descaradamente. Esos servicios, y otros, los pagamos todos con nuestros impuestos, y nos salen muy caros. Pero son nuestros, no del gobierno de turno ni de sus amiguetes empresarios.

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  2. Es una evidencia que llevamos mucho tiempo denunciando y cuando planteas esta reflexión a ciertas personas, aun sin aplaudir esas políticas, siendo personas instruidas y no codiciosas… manifiestan una ignorancia temerosa más bien imbuida por los medios, pero sobre todo muy esencial a su personalidad.

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