España es un estado aconfesional, pero... Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones...(Artículo 16.3 de la CE). Un enunciado de la Carta Magna que hace sonrojar a las pocas personas con sentido común que aún quedan por estos lares de procesiones, vírgenes, santos, romerías de alcohol, sexo y farlopa atravesando Parques Nacionales declarados Patrimonio de la Humanidad, todo ello aderezado por una Conferencia Episcopal anclada en el Concilio de Trento, retrograda hasta el paroxismo y por lo tanto peligrosa para la libertad del individuo y la sociedad. Una sociedad adocenada en la corrupción y la superstición más burdas, algo muy apropiado para seguir manteniendo la correspondiente cuota de poder sin el más mínimo atisbo de inteligencia, aunque con la astucia propia del trepa y el desahogado que solo busca su propio beneficio.
Es por todo éso que la viñeta de Andrés Rábago (El Roto), me ha sacado una sonrisa en esta soleada mañana, y me he imaginado en un mundo futuro visitando un hipotético museo, donde, en una vitrina, se muestran los usos y costumbres del comienzo del siglo XXI. A un lado el maniquí que representa la ciencia, la tecnología y el progreso; al otro, un tétrico nazareno opuesto a la razón y la lógica, anclado al suelo de la ignorancia.
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